Nilka Medina Santos
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Buscando una nueva oportunidad de crecimiento y aventura en mi vida universitaria me topé con la idea de irme a estudiar a otro país. Como muchos deseaban, en mi top estaba irme a Europa. En cuestión de segundos ya tenía un mapa mental de todas las cosas que posiblemente haría.
Decido orientarme con la oficina de relaciones internacionales y salgo de esta con la noticia de que mi programa de estudios no tiene acuerdos para hacer intercambios allá, si deseaba hacer el intercambio la oportunidad era Chile. “¿Chile?”, rápido pensé, pero la idea de una nueva experiencia me dominaba.
Lo consulté, como decimos en Puerto Rico, “con rey mundo y to’ el mundo” y me puse a buscar información del país. Lo que vi me gustó y decidí aceptar la oferta.
Envié muchísimas cartas para donaciones y becas porque sabía que mis padres no hubiesen podido costear, como dirían algunos amigos “la loquera que me dio”.
Llegué a Chile un 1ro de febrero a encontrarme con la Katy. Me terminé hospedando con ella y su familia, en lugar de irme a un hostal como tenía planificado, y fue la mejor decisión que pude haber tomado.
Disfruté de las historias de los carreteos de la Vicky, de las aventuras que la Katy hacía en sus “hikings”, de la riquísima jalea que llegaba de Osorno de la mamá de la Katy, de las ricas comidas que el Fernando de momento hacía, de las ocurrencias y risas de la Mandy (hija de Fernando). En fin, me hacían sentir en casa.
Estudié en la Diego Portales y la amé. Diferente a Puerto Rico, se encargan de que uno, como futuro profesional, se desarrolle en la teoría y la práctica de la concentración. En PR es más un desarrollo educativo holístico por lo que toca tomar varios cursos fuera de lo que es la concentración del bachillerato.
Tuve la interesante oportunidad de ejercer práctica en una escuela del país, no imagino lo que pasaba por la cabeza de los estudiantes al ver una maestra negra, con afro y de Puerto Rico jajaja.
Me encargué de disfrutar cada detalle desde el ajoro en el tren y tomarme un jugo de china natural con una sopaipilla hasta poder recorrer varias regiones del país como San Pedro de Atacama, Valparaíso, Viña del Mar, Isla Negra, Chiloé entre otras.
Fue beneficioso para mí el cambio de moneda, mis compañeros de uni pensaban que yo era rica, jajaja cuando vengan a visitarme a Puerto Rico será otra historia. Hacía compra mensualmente y sólo gastaba $20 en el mercado que hacían al lado del apa y todo era fresco, eso era grandioso. Por lo tanto, me encargué de invertirlo en aventuras que jamás olvidaré.
En Chile hice rafting por primera vez, vi nieve por primera vez, estuve en desierto, sí, por primera vez; hice teatro, no me hizo falta mi carro, pude disfrutar de museos gratuitamente, hice amigos que ahora tengo alrededor del mundo. Obtuve más que una “simple” experiencia educativa.
Ansío reencontrarme con las amistades que formé, con la familia que me hizo parte de la suya y con volver a ese país que llaman “el fin del mundo” y conocer otras cosas que no pude. Si lo hubiese experimentado antes, de seguro no hubiese realizado sólo un intercambio.