"Una de las
mejores experiencias que recuerdo fue mi cumpleaños. En parte me entristecía
pasarlo lejos de mi familia y amigos de toda la vida, pero me emocionaba la
idea de pasarlo en un país diferente".
Por:
Edwin Aldo Morales García
→ Bogotá, Colombia
← Trujillo, Perú
Aún recuerdo como
si fuera ayer, la tarde en que mi facultad ofreció una charla sobre el tema de
los intercambios académicos, en donde nos hablaron sobre las ventajas de
estudiar en el extranjero, y nos mostraron videos de algunos chicos que se
encontraban estudiando en otros países. Ese día dije: “yo tengo que estar
estudiando en otro país el próximo año”. A la semana siguiente fui a la Oficina
de Relaciones Internacionales de mi universidad a pedir información, en ella me
encontré a la señora Irma, —muy amable siempre—, quién me habló sobre las
universidades a las que podía ir en países como México, Colombia y Chile.
Uno de los países
que quise y quiero conocer aún, es México, pero la universidad a la que quería
ir ya había cerrado sus postulaciones, y fue ahí cuando la señora Irma me habló
sobre la Universidad Nacional de Colombia. Recuerdo que me pasó el contacto de
un chico que se encontraba en ese entonces realizando su intercambio en esa
universidad, él me empezó a hablar sobre su experiencia tanto en la universidad
como fuera de ella.
También me puse a
investigar por mi cuenta sobre el país y la universidad. ¡Quedé maravillado! Me
convencí de querer realizar el intercambio sí o sí en ese país. Así empecé a
juntar los documentos que solicitaba la universidad. El día que tenía que
postular estaba muy nervioso y con miedo de que no me fueran a aceptar, pero aún
así lo hice, mentalizándome en que obtendría una respuesta positiva.
EL DÍA QUE ME ACEPTARON
Me encontraba en
una clase, sentado al final del salón, al lado de mi mejor amiga —Valeria—; de
pronto me llegó una notificación al celular, era un correo electrónico de la
Universidad Nacional de Colombia, me puse nervioso y un poco ansioso por saber
la respuesta que le habían dado a mi postulación. Después de unos segundos
mirando el celular decidí abrir el correo, mi emoción fue grande al ver que en
él, me decían que había sido aceptado para realizar el intercambio académico. En
ese momento no sabía qué hacer, y lo primero que hice fue tomar un screenshoot
y mandarselo a Valeria; cuando ella vio el mensaje volteó a verme emocionada y
me dijo “¡Amigo, felicitaciones! ¡Te aceptaron!”. Ella al igual que yo, se
emocionó; fue la única que sabía que me habían aceptado.
Nunca antes había
estado lejos de mi familia tanto tiempo, así que el hecho de sólo pensar que me
iría por cinco meses fuera, hacía que me pusiera nostálgico, pero también
entendía que era por una buena causa, por aprender y mejorar. Días antes me
enteré que una compañera, —Laura—, también iba a hacer el intercambio a la
misma universidad, así que me puse en contacto con ella para viajar juntos de
Trujillo a Lima y luego hasta Bogotá.
El día que tocó
despedirme de mi familia, no pude contenerme y los abracé fuerte con lágrimas
en los ojos: a mi hermana, a mi mamá y a mi papá. Subí al bus que me llevaría a
Lima, dónde luego abordaría el avión rumbo a Bogotá.
Laura y yo
estábamos en la zona de embarque y nos encontramos con otra compañera más, —Marcia—,
quién estaba viajando al mismo destino, así que ya no éramos dos, sino tres los
que íbamos a Bogotá.
El viaje duró cuatro
horas aproximadamente, ya que hicimos escala en Cali; se puede decir que no fue
un viaje tan largo. Llegamos en la tarde, ya estaba casi oscureciendo y salimos
del aeropuerto a tomar taxi hacia el lugar donde nos hospedaríamos, tuvimos la
suerte de quedarnos en la misma casa los cinco meses que estuvimos ahí.
El tercer día que
estaba en Bogotá, tenía que presentarme en la universidad para registrarme y
hacer la inducción, ahí me encontré con personas de diferentes partes del
mundo, pero éramos más peruanos y mexicanos. Ese día conocí un poco el campus,
así como a los demás compañeros intercambistas. Así estuvimos la primera semana,
conociéndonos entre nosotros y a la universidad. Las personas que nos
recibieron fueron muy amables en todo momento.
El clima de
Bogotá era muy impredecible: a veces cuando salía de la casa, estaba el cielo
limpio y el sol que quemaba mucho, y cuando llegaba a la universidad, —que se
encontraba a 15 minutos—, empezaba a llover. Nunca antes había visto lluvias
tan fuertes, hasta me tocó ver granizo; por esa razón las cosas que no podían
faltar en la mochila eran un paraguas y bloqueador.
Esa primera
semana junto con Laura y Marcia, subimos a uno de los miradores más famosos de
Bogotá (Monserrate). Al empezar a subir el cerro sentimos bastante el cambio de
ir de la Costa en Perú, a más de 2600 m s. n. m. en Colombia, pero se pudo
llegar y apreciar esa hermosa vista panorámica de la ciudad de Bogotá. También
visitamos uno de los barrios más coloridos y bonitos de la ciudad, La
Candelaria, en donde sacamos muchas fotos.
ADAPTÁNDOME A LA CULTURA COLOMBIANA
Si bien es cierto
somos países vecinos, pero cada país tiene su propia cultura y costumbres y había
ciertas cosas a las cuales tenía que adaptarme; una de ellas fueron algunas
palabras que en mi país no se usaban o tenían significado diferente, como
“ahorita” que en Perú significa, hacer algo al instante, en cambio en Colombia
significa hacer algo después de un rato. Recuerdo que cuando llegué al
aeropuerto y tenía que llenar un formato, un joven me preguntó si tenía un
esfero, yo sólo atiné a decirle “disculpe, ¿si tengo qué?”, con mi cara de
confusión, ya luego entendí que se refería a un lapicero o bolígrafo; pero con
el tiempo uno se va acostumbrando.
Una de las cosas
que a veces se me hacía extraña es que todos me trataban de “usted”, pues esa
es su manera de interactuar, algo que en mi país sólo lo hacemos con las personas
mayores. Otra de las cosas que llamó mi atención fueron las calles que en
Colombia tienen número, mientras que en Perú tienen un nombre.
En cierto punto
extrañaba bastante la comida de mi país, si bien es cierto que Colombia tiene
una gastronomía exquisita, siempre se extraña la comida de casa. Es por ello
que cuando regresé a Perú lo primero que hice fue comer. Ya cuando estuve
algunos días en casa, extrañaba mucho las empanadas fritas que compraba en la
esquina de la casa, —eran deliciosas—, o los helados que me parecían muy
baratos, al igual que la cerveza.
En cuanto al
costo de vida, era muy parecido a mi país, incluso era muy sencillo hacer la
conversión de la moneda, porque 1000 pesos colombianos eran igual a un sol
peruano aproximadamente. Las cosas costaban casi igual en ambos países.
Una de las
mejores experiencias que recuerdo fue mi cumpleaños. En parte me entristecía
pasarlo lejos de mi familia y amigos de toda la vida, pero me emocionaba la
idea de pasarlo en un país diferente y con personas que no tenía idea que iba a
conocer. Recuerdo que fui a almorzar con mis amigas con las que viajé, pedimos
un lomo saltado, —comida muy típica de mi país—, pero no era lo mismo. En la
noche fuimos a comer pizza y cuando volvimos ahí estaban otros amigos de la
casa con un pastel, eso me dio mucha emoción. Luego de eso fuimos a una
discoteca a bailar, un día antes también habíamos estado en una discoteca por
el cumpleaños de una amiga de intercambio, es decir, que recibí y despedí mi
cumpleaños bailando.
CONOCIENDO ARTISTAS EN COLOMBIA
Un día nos
enteramos que Sebastián Yatra estaría firmando autógrafos en un centro
comercial, y una amiga mexicana había comprado su disco y quiso que la
acompañemos a que se lo firmen, y es así como llegamos y pudimos conocerlo de
cerca.
Uno de los
festivales más famosos que tiene Bogotá es Rock al Parque, en el cual las
personas pueden asistir totalmente gratis a disfrutar de varios conciertos en
paralelo, ya que son varios escenarios los que funcionan a la misma vez. Al
saber de esto, nos juntamos con algunos amigos de Perú y fuimos al concierto,
en donde conocimos a Juanes, Fonseca y Andrés Cepeda; también estuvo Alex Lora.
¡Nunca olvidaré ese día!
Recuerdo las
últimas clases de cada curso que llevé, y las despedidas con los amigos que
hice en esas clases. Un día fuimos a comer y luego a bailar con los chicos intercambistas,
ya que era hora de regresar a nuestros países, las despedidas fueron un “¡hasta
luego!” porque esperamos reencontrarnos en un futuro.
Después de
terminar el ciclo académico en la universidad me quedaba casi un mes de estadía
en el país, así que decidí viajar para conocer otras ciudades, con las cuales
quedé maravillado. La primera ciudad que conocí fue Medellín, una ciudad muy
bonita, quedé fascinado con los grafitis de la Comuna 13. Luego me pasé a la
Isla de San Andrés, la mejor playa en la que he estado hasta ahora, lo único
que se me complicó en ese lugar fue el calor, el resto todo muy bonito. Después
pasé a Cartagena de Indias, quedé encantado con esa arena blanca y aguas
turquesa en la Isla Barú, además de esa ciudad amurallada, fue una de mis
partes favoritas. Finalmente fui a Santa Marta y su Parque Tayrona, al cual
llegamos después de dos horas de caminata, pero valió la pena.
Ya cuando estaba
en Bogotá nuevamente, me quedaba una semana aún, así que la usé para recorrer
la ciudad y dos días antes fui a comprar algunas cosas para llevar a mi familia
y amigos, después de ello sólo me quedaba esperar el día de mi regreso.
HORA DE REGRESAR A CASA
Eran como las nueve
de la mañana y ya tenía todo empacado desde el día anterior, así que saqué mis
maletas y me dirigí al aeropuerto, en el camino se me venían a la mente todas
las cosas que había pasado en ese lugar durante esos cinco meses, y me entraba
nostalgia al no saber cuándo iba a regresar. Al medio día ya me encontraba en
el avión rumbo a casa.
Estudiar en el
extranjero te ayuda mucho a ver las cosas de otra manera, y a crecer en lo
personal y en lo profesional. Te das cuenta que fuera de tu salón de clases, de
tu universidad, de tu región y de tu país hay personas muy competitivas y preparadas
de los cuales puedes aprender mucho, y el mismo hecho de rodearte de personas
así, te motiva a superarte cada día más.
Estudiar fuera de
mi país me trajo muchas cosas positivas: me enseñó a ser más responsable, más
independiente, a valorar más a mi familia y amigos. Conocí a buenos amigos, de
quienes uno aprende bastante. Aún mantengo contacto con algunos amigos que
conocí en Colombia, y siempre planeamos volver a reencontrarnos en algún
momento.
Yo regresé a
terminar mi carrera en mi universidad y me sirvió bastante el estudiar fuera,
ya que me ayudó a desenvolverme mejor, a ser más proactivo, mejoré mis
habilidades de comunicación y liderazgo.
Si pudiese
regresar el tiempo y me tocaría elegir una universidad para hacer un
intercambio académico, sin duda alguna volvería a elegir la Universidad
Nacional de Colombia. Y me gustaría regresar para conocer las ciudades que me
faltó visitar, sobre todo reencontrarme con los parceros.